El 6, 7 y 8 de febrero se desarrolló la 8º Edición del tradicional Columbia Cruce de los Andes, la ultra maratón (carrera pedestre) más dura de Latinoamérica, en equipos de dos integrantes, carrera en la cual participaron representantes de diecisiete países. En esta ocasión se contó con la representación de la ciudad de Villa Gdor. Gálvez, mediante el equipo conformado por: Marcelo Piaggio y Gustavo Arribas.
La carrera consiste en unir Argentina con Chile en un recorrido de aproximadamente 104 kilómetros, en tres etapas, atravesando las maravillosas montañas de los Andes neuquinos, desde San Martín de los Andes hasta cruzar a Chile por el paso internacional Mauil Malal, ex Tromen, muy cerca del lago Tromen y del volcán Lanín.
La primera etapa comenzó muy temprano el viernes en la orilla del lago Lolog con una mañana fría debiendo correr con remera térmica y calza larga. Los deportistas corrieron por senderos en laderas muy empinadas con gran pendiente, atravesaron valles, cruzaron ríos de deshielo con el agua hasta los muslos, y hermosos bosques de montaña con vegetación muy cerrada que obligaba a correr solamente por la senda para no lastimarse con cañas, espinillos y ramas a lo largo del recorrido.
La segunda etapa, la “más suave de las tres” según los organizadores, fue de 26 kilómetros aunque los GPS de los competidores marcó más de 29 kilómetros. Cruzaron dos angosturas de lagos, la primera –unos 60 metros– la realizaron en canoa dada la profundidad del lago Epulafquen, y la segunda, algunos la cruzaron con el agua al pecho aunque a otros les llegaba hasta el cuello. Esta última fue la del lago Huechulafquen que tenía 150 metros aproximadamente, dando una emoción extra a la carrera.
El tercer día, con un recorrido de 38 kilómetros, el más exigente pero el más reconfortable a la vista ya que en la etapa se corre ante la mirada del majestuoso volcán Lanín, que parecía “guiar a los corredores –comentaron los villagalvences– durante todo el camino”.
Después de veinte horas de carrera, entre las tres etapas, los representantes de la ciudad lograron cruzar la meta con una alegría inmensa y la emoción de poder alcanzar el objetivo propuesto, donde la tenacidad, el esfuerzo físico y la actitud de creer que se podía dar “un paso más”, les permitió terminar la prueba más exigente de todas las ediciones realizadas hasta el momento.
La carrera consiste en unir Argentina con Chile en un recorrido de aproximadamente 104 kilómetros, en tres etapas, atravesando las maravillosas montañas de los Andes neuquinos, desde San Martín de los Andes hasta cruzar a Chile por el paso internacional Mauil Malal, ex Tromen, muy cerca del lago Tromen y del volcán Lanín.
La primera etapa comenzó muy temprano el viernes en la orilla del lago Lolog con una mañana fría debiendo correr con remera térmica y calza larga. Los deportistas corrieron por senderos en laderas muy empinadas con gran pendiente, atravesaron valles, cruzaron ríos de deshielo con el agua hasta los muslos, y hermosos bosques de montaña con vegetación muy cerrada que obligaba a correr solamente por la senda para no lastimarse con cañas, espinillos y ramas a lo largo del recorrido.
La segunda etapa, la “más suave de las tres” según los organizadores, fue de 26 kilómetros aunque los GPS de los competidores marcó más de 29 kilómetros. Cruzaron dos angosturas de lagos, la primera –unos 60 metros– la realizaron en canoa dada la profundidad del lago Epulafquen, y la segunda, algunos la cruzaron con el agua al pecho aunque a otros les llegaba hasta el cuello. Esta última fue la del lago Huechulafquen que tenía 150 metros aproximadamente, dando una emoción extra a la carrera.
El tercer día, con un recorrido de 38 kilómetros, el más exigente pero el más reconfortable a la vista ya que en la etapa se corre ante la mirada del majestuoso volcán Lanín, que parecía “guiar a los corredores –comentaron los villagalvences– durante todo el camino”.
Después de veinte horas de carrera, entre las tres etapas, los representantes de la ciudad lograron cruzar la meta con una alegría inmensa y la emoción de poder alcanzar el objetivo propuesto, donde la tenacidad, el esfuerzo físico y la actitud de creer que se podía dar “un paso más”, les permitió terminar la prueba más exigente de todas las ediciones realizadas hasta el momento.
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