Es el máximo referente deportivo que tiene hoy la ciudad de Villa Gobernador Gálvez. Reconocido a nivel internacional porque brilla y deslumbra a todos con su fútbol en Italia. Por estos días se encuentra en la ciudad disfrutando de sus vacaciones luego de una larga y positiva temporada. Pasa el tiempo gozando de la compañía de sus seres queridos y amigos, ya que durante el año no puede.
Ezequiel Iván Lavezzi tiene 25 años y se define a si mismo como una persona tímida, tranquila y familiera. Se muestra calmo y sencillo y no se deja impresionar por los flashes de la fama.
Con los pies sobre la tierra, todavía recuerda su etapa de niñez cuando jugaba en el club de sus amores: Coronel Aguirre. Allí empezó a jugar desde muy chiquito. En ese momento jamás se hubiera imaginado que llegaría tan lejos. «Tengo los mejores recuerdos de esa etapa, porque disfrutaba a pleno de la adolescencia y porque fueron mis primeros pasos en mi carrera futbolística», expresó.
Su destino siguiente fue en las divisiones menores de Boca Júniors, de donde partió para luego jugar en Estudiantes de Buenos Aires a los 16 años. Allí, vivió la primer experiencia de estar alejado de sus seres queridos. Con respecto a eso, el delantero afirmó: «Vivir lejos de tu familia es algo que te ayuda a crecer y a madurar de repente. Los afectos siempre se necesitan, y más cuando no estás acostumbrado a un montón de cosas que la vida te hace vivir».
A lo largo de la entrevista, Lavezzi siempre resaltó la importancia que su familia tiene para él, porque siempre lo acompañaron y apoyaron en todas sus decisiones.
De Estudiantes emigró a Europa, más precisamente al club Génoa de Italia. De allí fue cedido a préstamo a San Lorenzo de Almagro, club en el que alcanzó el gran reconocimiento de los hinchas de la primera división, no así el de los fanáticos del ascenso, a quienes ya había cautivado con su juego anteriormente. En el club de Boedo, fue dirigido nada más y nada menos que por el riojano Ramón Díaz. Allí, se consagró campeón del torneo Clausura 2007, teniendo un gran desempeño y convirtiendo cuatro tantos para el conjunto azulgrana. En los festejos de dicho logro, Lavezzi se acordó de su club de barrio tan querido y salió a celebrar con la camiseta del «campeón 2006», Coronel Aguirre. Todos se asombraron de la gran adaptación que tuvo el jugador al fútbol grande del país. Él, sin embargo, se mostró tranquilo y sin dejarse influenciar por tanta exposición repentina. «El pasar a San Lorenzo fue algo especial que me dio mucha felicidad», declaró
En cuanto a la fama que tiene, el delantero se muestra aislado de lo que genera, y considera que sigue siendo el mismo «pocho» de antes, que disfruta del hecho de compartir el poco tiempo que tiene en la ciudad, en la esquina de siempre con sus amigos. «A lo mejor es la gente la que no me ve como antes, pero yo sigo siendo el mismo de cuando era chico», explicó. Por eso mismo resaltó, que en la medida de lo que puede, nunca se priva de estar con su familia, sus amigos, sus afectos, como lo hizo siempre.
En el aspecto personal, su familia fue siempre su pilar más importante. Su mamá Dora, su papá Alberto, sus hermanos Diego y Valeria, sus sobrinos y su esposa e hijo, Débora y Tomás de cinco años. Cada vez que viene a la ciudad, trata de pasar el mayor tiempo posible con ellos, porque en Italia vive sólo con su señora y su hijo.
Siempre añora volver. «Uno puede estar en muchos lugares hermosos, pero cuando vuelvo acá siento que es mío, que es mi lugar donde me siento cómodo y que nadie me va a reprochar nada», contó.
Desde Europa, siempre trata de estar al día con la actualidad de Aguirre, entidad a la que ama con locura. Los días en que el rojo y verde juega, está comunicado con sus amigos que lo van informando del resultado. «Cuando estaba jugando el Argentino siempre llamaba para ver como le iba», agregó.
En cuanto a lo institucional, opinó que ve al club en un buen crecimiento, y resaltó que para que le vaya de la mejor manera en todos los aspectos, tiene que irle bien en lo deportivo con la inclusión de los buenos jugadores que se están formando en las divisiones inferiores.
Siguiendo con su vida en Europa, explicó que se encuentra cómodo tanto en lo deportivo como en lo social y que vive el día a día. No piensa en lo que pueda pasar después. «Por ahora estoy muy bien en Italia», comentó. Además, sostuvo que cumplió una buena temporada allí e hizo un balance positivo de la misma, pese a la lesión que sufrió (desgarro).
Lavezzi, tuvo un paso por la selección argentina. Con ella, ganó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, dirigido por el «Checho» Batista. Además, fue convocado por Diego Armando Maradona y estuvo en la lista de 30 jugadores preseleccionados para ir al Mundial de Sudáfrica. Lamentablemente, no fue de la partida pero él rescató el hecho de haber conocido al astro futbolístico y de que lo haya tenido en cuenta. «Obviamente que me hubiese gustado estar, pero estoy tranquilo. No tengo nada que reprocharme ni a mi ni a nadie», aclaró. En lo referido a conocer a Maradona, contó que ser dirigido por el es «el orgullo de todo jugador».
Pero no sólo al fútbol se dedica Lavezzi, si no que también tiene un comedor para ayudar a chicos sin recursos. La Asociación Niños del Sur, Ansur, es una entidad sin fines de lucro que tiene el objetivo de contribuir al crecimiento sano y fortalecido de niños y preadolescentes que tiene ciertas carencias. El proyecto, lo lleva adelante junto a su hermano Diego. Allí los nenes realizan distintas actividades recreativas. «Siempre tuve en la mente hacer algo así para los chicos, y ahora que tengo la posibilidad económica lo hago – comentó-, la gente tiene que saber que hay otras cosas en la vida, que no siempre hay cosas malas». De hecho, es tanta la repercusión que tuvo Ansur, que vinieron medios italianos a filmar imágenes del lugar para hacer un informe sobre la vida y la niñez que tuvo el jugador.
A la hora de opinar sobre su familia, Ezequiel contó que su mamá está orgullosa de lo que él llegó a ser como futbolista, pero sobre todo como persona. Agregó que «cualquier madre del mundo estaría orgullosa de su hijo».
Es una estrella del fútbol a quien muchos chicos tienen como ídolo. Su sencillez y timidez a la hora de hablar, dan claras muestras de que sigue siendo el mismo niño que jugaba en los campitos de Aguirre y disfrutaba del simple hecho de «jugar a la pelota con sus amigos». Es amado en Italia, porque todos se impactaron son sus gambetas y firuletes.
Ezequiel Lavezzi, es de acá. De Villa Gobernador Gálvez, y lo más importante es que el nunca lo olvidó, porque cada vez que tiene la posibilidad, regresa a su ciudad.
Rocío Anahí Galán
Ezequiel Iván Lavezzi tiene 25 años y se define a si mismo como una persona tímida, tranquila y familiera. Se muestra calmo y sencillo y no se deja impresionar por los flashes de la fama.
Con los pies sobre la tierra, todavía recuerda su etapa de niñez cuando jugaba en el club de sus amores: Coronel Aguirre. Allí empezó a jugar desde muy chiquito. En ese momento jamás se hubiera imaginado que llegaría tan lejos. «Tengo los mejores recuerdos de esa etapa, porque disfrutaba a pleno de la adolescencia y porque fueron mis primeros pasos en mi carrera futbolística», expresó.
Su destino siguiente fue en las divisiones menores de Boca Júniors, de donde partió para luego jugar en Estudiantes de Buenos Aires a los 16 años. Allí, vivió la primer experiencia de estar alejado de sus seres queridos. Con respecto a eso, el delantero afirmó: «Vivir lejos de tu familia es algo que te ayuda a crecer y a madurar de repente. Los afectos siempre se necesitan, y más cuando no estás acostumbrado a un montón de cosas que la vida te hace vivir».
A lo largo de la entrevista, Lavezzi siempre resaltó la importancia que su familia tiene para él, porque siempre lo acompañaron y apoyaron en todas sus decisiones.
De Estudiantes emigró a Europa, más precisamente al club Génoa de Italia. De allí fue cedido a préstamo a San Lorenzo de Almagro, club en el que alcanzó el gran reconocimiento de los hinchas de la primera división, no así el de los fanáticos del ascenso, a quienes ya había cautivado con su juego anteriormente. En el club de Boedo, fue dirigido nada más y nada menos que por el riojano Ramón Díaz. Allí, se consagró campeón del torneo Clausura 2007, teniendo un gran desempeño y convirtiendo cuatro tantos para el conjunto azulgrana. En los festejos de dicho logro, Lavezzi se acordó de su club de barrio tan querido y salió a celebrar con la camiseta del «campeón 2006», Coronel Aguirre. Todos se asombraron de la gran adaptación que tuvo el jugador al fútbol grande del país. Él, sin embargo, se mostró tranquilo y sin dejarse influenciar por tanta exposición repentina. «El pasar a San Lorenzo fue algo especial que me dio mucha felicidad», declaró
En cuanto a la fama que tiene, el delantero se muestra aislado de lo que genera, y considera que sigue siendo el mismo «pocho» de antes, que disfruta del hecho de compartir el poco tiempo que tiene en la ciudad, en la esquina de siempre con sus amigos. «A lo mejor es la gente la que no me ve como antes, pero yo sigo siendo el mismo de cuando era chico», explicó. Por eso mismo resaltó, que en la medida de lo que puede, nunca se priva de estar con su familia, sus amigos, sus afectos, como lo hizo siempre.
En el aspecto personal, su familia fue siempre su pilar más importante. Su mamá Dora, su papá Alberto, sus hermanos Diego y Valeria, sus sobrinos y su esposa e hijo, Débora y Tomás de cinco años. Cada vez que viene a la ciudad, trata de pasar el mayor tiempo posible con ellos, porque en Italia vive sólo con su señora y su hijo.
Siempre añora volver. «Uno puede estar en muchos lugares hermosos, pero cuando vuelvo acá siento que es mío, que es mi lugar donde me siento cómodo y que nadie me va a reprochar nada», contó.
Desde Europa, siempre trata de estar al día con la actualidad de Aguirre, entidad a la que ama con locura. Los días en que el rojo y verde juega, está comunicado con sus amigos que lo van informando del resultado. «Cuando estaba jugando el Argentino siempre llamaba para ver como le iba», agregó.
En cuanto a lo institucional, opinó que ve al club en un buen crecimiento, y resaltó que para que le vaya de la mejor manera en todos los aspectos, tiene que irle bien en lo deportivo con la inclusión de los buenos jugadores que se están formando en las divisiones inferiores.
Siguiendo con su vida en Europa, explicó que se encuentra cómodo tanto en lo deportivo como en lo social y que vive el día a día. No piensa en lo que pueda pasar después. «Por ahora estoy muy bien en Italia», comentó. Además, sostuvo que cumplió una buena temporada allí e hizo un balance positivo de la misma, pese a la lesión que sufrió (desgarro).
Lavezzi, tuvo un paso por la selección argentina. Con ella, ganó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, dirigido por el «Checho» Batista. Además, fue convocado por Diego Armando Maradona y estuvo en la lista de 30 jugadores preseleccionados para ir al Mundial de Sudáfrica. Lamentablemente, no fue de la partida pero él rescató el hecho de haber conocido al astro futbolístico y de que lo haya tenido en cuenta. «Obviamente que me hubiese gustado estar, pero estoy tranquilo. No tengo nada que reprocharme ni a mi ni a nadie», aclaró. En lo referido a conocer a Maradona, contó que ser dirigido por el es «el orgullo de todo jugador».
Pero no sólo al fútbol se dedica Lavezzi, si no que también tiene un comedor para ayudar a chicos sin recursos. La Asociación Niños del Sur, Ansur, es una entidad sin fines de lucro que tiene el objetivo de contribuir al crecimiento sano y fortalecido de niños y preadolescentes que tiene ciertas carencias. El proyecto, lo lleva adelante junto a su hermano Diego. Allí los nenes realizan distintas actividades recreativas. «Siempre tuve en la mente hacer algo así para los chicos, y ahora que tengo la posibilidad económica lo hago – comentó-, la gente tiene que saber que hay otras cosas en la vida, que no siempre hay cosas malas». De hecho, es tanta la repercusión que tuvo Ansur, que vinieron medios italianos a filmar imágenes del lugar para hacer un informe sobre la vida y la niñez que tuvo el jugador.
A la hora de opinar sobre su familia, Ezequiel contó que su mamá está orgullosa de lo que él llegó a ser como futbolista, pero sobre todo como persona. Agregó que «cualquier madre del mundo estaría orgullosa de su hijo».
Es una estrella del fútbol a quien muchos chicos tienen como ídolo. Su sencillez y timidez a la hora de hablar, dan claras muestras de que sigue siendo el mismo niño que jugaba en los campitos de Aguirre y disfrutaba del simple hecho de «jugar a la pelota con sus amigos». Es amado en Italia, porque todos se impactaron son sus gambetas y firuletes.
Ezequiel Lavezzi, es de acá. De Villa Gobernador Gálvez, y lo más importante es que el nunca lo olvidó, porque cada vez que tiene la posibilidad, regresa a su ciudad.
Rocío Anahí Galán