El padre es Marcos Antonio Vega, de 51 años. El hijo mayor Marcos Marcelo Vega, de 28. Y el menor es Cristian Martín Vega, de 19. Los tres, además de ser familia, tienen algo más en común, el hecho de ser árbitros.
Marcos (padre), era jugador de fútbol. Llegó a integrar los clubes Villa Diego y Paladini. A los 33 años, se dio cuenta de que no podía continuar jugando pero que de alguna manera necesitaba seguir ligado al deporte. Es por eso que optó por inscribirse en la Asociación Rosarina de Fútbol para formarse como árbitro. A partir de allí empezó dirigiendo en los torneos infantiles. De hecho dirigió en L.I.F.A. Luego, pasó a ser asistente, hasta llegar a dirigir solo un partido como arbitro principal. En la actualidad, trabaja como operario del frigorífico Swift y se dedica a entrenar los martes y jueves en el aspecto físico, saliendo a correr con su hijo menor y su preparador.
Cristian es el menor y se inició desde los 16 en el arbitraje, asistiendo a los cursos. Si bien dirige en la liga sanpedrina, sostiene que su objetivo no es el del arbitraje, sino el periodismo. Ahora está cursando sexto año de la escuela técnica y luego piensa estudiar dicha carrera. Desde hace un tiempo, trabaja en dos radios y, en una de ellas, comenta partidos de básquet.
Marcos, el hermano mayor, es quien más lejos ha llegado en el rubro y el que más aspira. También siguió los pasos de su padre como jugador, ya que pasó por varios clubes como General Paz, Argentinos, Belgrano, Coronel Aguirre y Central Córdoba. A los 19 años fue que eligió iniciarse en mundo de los referís. En diciembre de 2009, se recibió de árbitro nacional, por lo que tiene posibilidades de ir escalando de categoría hasta llegar a la que todos anhelan, que es la elite del fútbol nacional. En estos momentos, trabaja como custodio gubernamental, porque es policía. Mientras tanto, aguarda por una chance de ascender en el arbitraje. Ahora dirige partidos de los torneos Argentino B y C.
Los tres se desempeñan en el Colegio de Árbitros de Villa Constitución. Desde allí los envían a distintas ligas a cumplir con sus funciones. Generalmente, lo hacen en la Liga de San Pedro. Pero también trabajan en partidos particulares como torneos de veteranos o amistosos infantiles.
Para finalizar, no quisieron dejar de mostrar su agradecimiento hacia Clara, mamá y esposa que siempre los apoya y aguanta aunque se queda sola durante los fines de semana mientras ellos se van a dirigir a los pueblos de alrededor.
Tres hombres, tres árbitros, una gran familia.
Rocío Galán
Marcos (padre), era jugador de fútbol. Llegó a integrar los clubes Villa Diego y Paladini. A los 33 años, se dio cuenta de que no podía continuar jugando pero que de alguna manera necesitaba seguir ligado al deporte. Es por eso que optó por inscribirse en la Asociación Rosarina de Fútbol para formarse como árbitro. A partir de allí empezó dirigiendo en los torneos infantiles. De hecho dirigió en L.I.F.A. Luego, pasó a ser asistente, hasta llegar a dirigir solo un partido como arbitro principal. En la actualidad, trabaja como operario del frigorífico Swift y se dedica a entrenar los martes y jueves en el aspecto físico, saliendo a correr con su hijo menor y su preparador.
Cristian es el menor y se inició desde los 16 en el arbitraje, asistiendo a los cursos. Si bien dirige en la liga sanpedrina, sostiene que su objetivo no es el del arbitraje, sino el periodismo. Ahora está cursando sexto año de la escuela técnica y luego piensa estudiar dicha carrera. Desde hace un tiempo, trabaja en dos radios y, en una de ellas, comenta partidos de básquet.
Marcos, el hermano mayor, es quien más lejos ha llegado en el rubro y el que más aspira. También siguió los pasos de su padre como jugador, ya que pasó por varios clubes como General Paz, Argentinos, Belgrano, Coronel Aguirre y Central Córdoba. A los 19 años fue que eligió iniciarse en mundo de los referís. En diciembre de 2009, se recibió de árbitro nacional, por lo que tiene posibilidades de ir escalando de categoría hasta llegar a la que todos anhelan, que es la elite del fútbol nacional. En estos momentos, trabaja como custodio gubernamental, porque es policía. Mientras tanto, aguarda por una chance de ascender en el arbitraje. Ahora dirige partidos de los torneos Argentino B y C.
Los tres se desempeñan en el Colegio de Árbitros de Villa Constitución. Desde allí los envían a distintas ligas a cumplir con sus funciones. Generalmente, lo hacen en la Liga de San Pedro. Pero también trabajan en partidos particulares como torneos de veteranos o amistosos infantiles.
Para finalizar, no quisieron dejar de mostrar su agradecimiento hacia Clara, mamá y esposa que siempre los apoya y aguanta aunque se queda sola durante los fines de semana mientras ellos se van a dirigir a los pueblos de alrededor.
Tres hombres, tres árbitros, una gran familia.
Rocío Galán
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