Deportistas hay muchos, pero historias como la de Gustavo Gabriel Vallejos, de 32 años, no existen demasiadas.
Actualmente se dedica a disfrutar cada segundo de su vida. Es asesor comercial del diario La Capital y en su tiempo libre se dedica a entrenar para correr maratones.
La decisión de comenzar a desempeñarse en dicha actividad la tomo hace tres años, luego de sufrir un grave accidente automovilístico que le provoco un fuerte golpe cerebral y posteriormente una amnesia progresiva. «Después del accidente engordé 10 o 12 kilos y pensé que jamás iba a volver a estar bien», contó. A partir de ese momento inicio su entrenamiento poco a poco para salir adelante: «empecé a trotar de a poco, me enteré que el cerebro tiene memoria deportiva y fui respondiendo bien con el tiempo». Lo que el mismo sostiene es que le fue de gran ayuda para su recuperación, el hecho de que toda su vida practicó deportes, como fútbol o rugby. Lo más conmovedor tras un golpe tan duro, fue que al despertarse, no se acordaba de nada: «ni siquiera me acordaba de cómo se corría, fue algo muy duro, no se lo deseo a nadie».
«Lo que yo quiero resaltar es que después de lo que me pasó, es que en este deporte encontré cosas que otros no me habían dado», comentó Vallejos. Tal es así que hoy en día puede recorrer hasta ocho horas sin parar.
Es tanto lo que contribuyó el atletismo en su vida, que su próxima meta es correr en un «iron man», una compleja prueba que comprende 180 Km. en bicicleta, 42 Km. corriendo y 7 Km. nadando.
Para eso ya está pensando en incursionar en el ciclismo, ya que tiene que entrenar aproximadamente un año.
Su entrenador es Ariel «el turco» Husaín y lo hace en el estadio Municipal de Rosario, en donde intenta mejorar la velocidad en la carrera. Practica todos los días, durante una hora como mínimo.
A demás también realiza rutinas en Eurogym. Por año corre aproximadamente 8 o 9 maratones y por eso ya ha recorrido la provincia entera. Incluso en algunas ocasiones ha ido al exterior, como a Uruguay o recientemente a Brasil, para competir en la «Maratona Do Río de Janeiro 42 kilómetros».
También tiene como objetivo realizar el cruce de Los Andes, que es una prueba de supervivencia, asistir a una maratón en Uruguay (que será en octubre).
Lo que siempre quiso resaltar Vallejos, es la esencia del deporte en sí y lo que éste logra. «El deporte ayuda, educa, sana y mejora muchas vidas –opinó-, vos estás compitiendo y al lado tenés desde un barrendero hasta un arquitecto, y sin embargo estamos todos al mismo nivel».
El principal mensaje que quiere darles a todos es el de que «si se quiere, se puede».
Todo el que quiera iniciarse en el deporte ya sea por motivo de salud o dispersión, encontrará la mejor opción.
Para finalizar, no dejó de mencionar a quienes estuvieron siempre junto a él en sus peores momentos, tanto su familia como su novia, Eliana, su entrenador Ariel y sus amigos Fernando y Matías.
Sin lugar a dudas Gustavo Vallejos es una historia atrapante y ejemplificadora, pero también es un claro mensaje de que no importa que es lo que te pase en la vida, porque siempre hay una esperanza y «si se quiere, se puede».
Rocío Galán
Actualmente se dedica a disfrutar cada segundo de su vida. Es asesor comercial del diario La Capital y en su tiempo libre se dedica a entrenar para correr maratones.
La decisión de comenzar a desempeñarse en dicha actividad la tomo hace tres años, luego de sufrir un grave accidente automovilístico que le provoco un fuerte golpe cerebral y posteriormente una amnesia progresiva. «Después del accidente engordé 10 o 12 kilos y pensé que jamás iba a volver a estar bien», contó. A partir de ese momento inicio su entrenamiento poco a poco para salir adelante: «empecé a trotar de a poco, me enteré que el cerebro tiene memoria deportiva y fui respondiendo bien con el tiempo». Lo que el mismo sostiene es que le fue de gran ayuda para su recuperación, el hecho de que toda su vida practicó deportes, como fútbol o rugby. Lo más conmovedor tras un golpe tan duro, fue que al despertarse, no se acordaba de nada: «ni siquiera me acordaba de cómo se corría, fue algo muy duro, no se lo deseo a nadie».
«Lo que yo quiero resaltar es que después de lo que me pasó, es que en este deporte encontré cosas que otros no me habían dado», comentó Vallejos. Tal es así que hoy en día puede recorrer hasta ocho horas sin parar.
Es tanto lo que contribuyó el atletismo en su vida, que su próxima meta es correr en un «iron man», una compleja prueba que comprende 180 Km. en bicicleta, 42 Km. corriendo y 7 Km. nadando.
Para eso ya está pensando en incursionar en el ciclismo, ya que tiene que entrenar aproximadamente un año.
Su entrenador es Ariel «el turco» Husaín y lo hace en el estadio Municipal de Rosario, en donde intenta mejorar la velocidad en la carrera. Practica todos los días, durante una hora como mínimo.
A demás también realiza rutinas en Eurogym. Por año corre aproximadamente 8 o 9 maratones y por eso ya ha recorrido la provincia entera. Incluso en algunas ocasiones ha ido al exterior, como a Uruguay o recientemente a Brasil, para competir en la «Maratona Do Río de Janeiro 42 kilómetros».
También tiene como objetivo realizar el cruce de Los Andes, que es una prueba de supervivencia, asistir a una maratón en Uruguay (que será en octubre).
Lo que siempre quiso resaltar Vallejos, es la esencia del deporte en sí y lo que éste logra. «El deporte ayuda, educa, sana y mejora muchas vidas –opinó-, vos estás compitiendo y al lado tenés desde un barrendero hasta un arquitecto, y sin embargo estamos todos al mismo nivel».
El principal mensaje que quiere darles a todos es el de que «si se quiere, se puede».
Todo el que quiera iniciarse en el deporte ya sea por motivo de salud o dispersión, encontrará la mejor opción.
Para finalizar, no dejó de mencionar a quienes estuvieron siempre junto a él en sus peores momentos, tanto su familia como su novia, Eliana, su entrenador Ariel y sus amigos Fernando y Matías.
Sin lugar a dudas Gustavo Vallejos es una historia atrapante y ejemplificadora, pero también es un claro mensaje de que no importa que es lo que te pase en la vida, porque siempre hay una esperanza y «si se quiere, se puede».
Rocío Galán
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